Pasadas las fiestas

Increiblemente aún no pasa un mes de Noche Buena y parece que hubiese sido hace meses, no se vale correr tanto ...

Recuerdos es lo que siempre queda y año con año me he propuesto conservar amistades que realmente llenen el alma aunque sea con esos momentos locos en los que uno se ríe a más no poder y creo, que el año que terminó algo avancé. En especial, porque siempre existen las personas que unen a los otros, en mi caso y este año fué mi prima, creo tercera jaja, que gracia me hace eso de las numeración generacional entre los parientes, que se yo que generación de prima seamos, la cosa es que gracias a María, he conocido más de mis raíces, de la gente que quiso a las mismas personas y tiene recuerdos tan y más lindo que los que uno tiene de los abuelos, bis-abuelis, tíos abuelos, tíos de los tíos y así sucesivamente con todos los que nos antecedieron.

Aparte de los atardeceres, que fueron muchos, los camiones llenos de café de la cosecha, las reuniones familiares, las "comilonas", las largas y entretenidas noches con los amigos y las no tan gratas mañanas después de las reuniones, de todo lo que nos unió en un mes la que más me gustó y quiero compartir fué la ida a casa de la prima María, en Pabellón de Sta Ana.


Voy a tratar de resumir esa tarde, es un poco complicado porque es un lugar tan lindo y la gente tan especial que resumir es casi una injusticia, pero aqui voy. Pabellón queda exactamente, para los que vivimos en Costa Rica, al lado, de verdad es al lado de las torres eólicas que vemos desde cualquier parte del Valle Central, es tan cercano a las torres que se escucha el "zum, zum, zum" de las aspas y el silencio hermoso que solo la montaña nos regalan y la vista de gran parte del valle.


Es una casita pequeña, llena de amor y mil detalles y lo más bonito, llena de tradición; jarros de loza, cucharas de lata, una cocina de leña al centro, un racimo de plátanos madurando al sol, manteles de colores, una batea de madera, sillas de colores de las que uno solo ve en esas fotos deteñidas por el tiempo, plantas de todo tipo, la señora de la cocina, las risas, los abrazos y los recuerdos.


Esa tarde fué realmente especial, recordamos viendo fotos, contando historias, escuchando anécdotas y lo más divertido de todo terminamos la tarde haciendo melcochitas al mejor estilo de nuestros ancestros, con mucha fuerza y risas. El resultado tal vez para muchos no fueron las más "lindas" cajetas de la temporadas pero si las más disfrutadas del año que terminó!


Esto para mi fué Navidad disfrutar con los que más queremos y con los que igual queremos pero casi no vemos! Ahora a esperar este nuevo año con entusiamo y nunca, dejar de soñar y mucho menos de compartir!!!

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